AMENAZA CON INVASION MILITAR A VENEZUELA EL CAPITAL YANKEE

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AMENAZA CON INVASION MILITAR A VENEZUELA EL CAPITAL YANKEE
Por Octavio Camelo Romero

La jugada está muy clara: se desestabiliza la gobernanza y con ello se justifica la invasión. La violencia y el despojo han sido una constante en el capitalismo desde sus orígenes. Primero para la acumulación originaria del capital y posteriormente para la reproducción ampliada del capital con la transnacionalización capitalista. Y dentro de ese esquema, se encuentra todo el conflicto político-social de Venezuela. No es que haya una derecha en contra de una izquierda. Hay todo un proceso social de enajenación del pensamiento patrio y su sustitución por el pensamiento del capital yankee. Y este procedimiento se da a través del aparato ideológico de estado más importante, por mediación de la escuela, esto es, el proceso educativo se convierte en un instrumento enajenador a favor del capitalismo en general y del capitalismo hegemónico-transnacional en lo particular.
Por eso es relevante saber quiénes son los dirigentes del movimiento desestabilizador en Venezuela. Existen investigaciones periodísticas que señalan que la mayoría de los líderes de la oposición a Maduro tienen estudios en colegios y universidades norteamericanas y son integrantes de familias acomodadas que evidentemente no pasan hambre. Pero que con la bandera de “violación a los derechos humanos” se pide la destitución de las autoridades venezolanas y se amenaza con la invasión militar.
Curiosamente la ONU, la OEA, USA y sus países aliados también desean derrocar a Maduro, con el pretexto de la “violación a los derechos humanos”. Con esto queda claro que la real y verdadera oposición Venezolana contra el gobierno de Maduro es la Oligarquía, el grupo derechista que gobernó alguna vez a Venezuela durante 40 años y solo proporcionó pobreza, hambre y desgracia a su pueblo. Hugo Chávez cambió la situación gobernando por 14 años continuos. Ahora la oligarquía venezolana y extranjera desea retomar el Poder pero no por la “violación a los derechos humanos”, sino por las enormes riquezas que yacen en el subsuelo. Los “derechos humanos” no les interesan porque sin tentarse el corazón la ONU, la OEA y USA con sus países satélites imponen sanciones económicas al pueblo de Venezuela para castigarlo por no pedir la destitución de Maduro y a la vez, hacerlo sufrir y sumirlo en la pobreza y el hambre.
En Venezuela, el capital transnacional yankee y sus aliados, no buscan derrocar al gobierno de Maduro porque el presidente haya hecho mal las cosas, no. Van tras los recursos. El que el gobierno venezolano sea o no socialista no interesa mucho. Detrás de la oposición está USA, y ellos van tras los recursos venezolanos, no importa el costo, pues las riquezas que controlarían son descomunales. Venezuela cuenta con recursos naturales para potenciar el turismo: bosques, selvas, ríos, lagos, playas, costas y fauna silvestre. Pero la riqueza que despierta más los bajos instintos de USA, está en el subsuelo; sus reservas de petróleo se calculan en 500 mil millones de barriles con valor de 15 mil billones de dólares, sin contar sus reservas de gas. Además en el subsuelo venezolano hay minerales estratégicos como el carbón y el manganeso y minerales metálicos como el oro, hierro, bauxita, cobre y níquel; también hay minerales no metálicos como diamante, fosfato, caliza, caolín, entre otros. Empero, las sorpresas no quedan ahí, en el 2016 descubrieron los yacimientos de coltán más grandes del planeta. El coltán es conocido como oro azul o mineral de la muerte, supera el valor del oro. Y por si fuera poco, junto al descubrimiento de las reservas de coltán se encontró la reserva de oro más grande del planeta, de todos los tiempos. Estas riquezas son las que le interesan al capital transnacional yankee. Sin embargo los países satélites de USA se asustaron con la invasión militar a Venezuela, anunciada por Donald Trump, y de inmediato recularon en su postura beligerante expresando su desacuerdo con tal medida. Pero esto de ninguna manera altera la pretensión norteamericana. En fin.