Para que un cierto valor se convierta en capital tiene necesariamente que valorizarse y realizarse como valor valorizado, esto es, tiene que entrar en un proceso a través del cual se valoriza primero para después realizarse como valor valorizado. Por eso cuando se habla de producción del capital en esencia se está hablando de dos procesos particulares, uno de producción en sentido estricto y otro de circulación, que es el proceso en el cual se realiza el valor-valorizado. En este sentido y para abordar el aspecto de la producción, Carlos Marx usa en el primer tomo de El Capital, en el capítulo de La Transformación del Dinero en Capital, la relación D – M – D’ donde cuantitativamente D’ = D + ΔD, o sea al dinero inicial más un incremento de dinero.
Como resultado de la competencia entre los distintos capitales por conquistar los mercados para la realización de sus respectivos valores-valorizados, las ciencias y las tecnologías han tenido un vertiginoso y permanente desarrollo cuyo propósito central es el abatimiento de costos unitarios de las mercancías, vía la sustitución de la fuerza humana de trabajo por los paquetes tecnológicos e incluso, los equipos inteligentes y robots. Esta situación ha llevado a la humanidad no únicamente a la desvalorización de la mano de obra, sino también y simultáneamente, a la transformación de la mayoría de la sociedad en personas inútiles por no encontrar un trabajo útil donde ocuparse. Pero por otro lado, las limitaciones de los mercados locales para absorber los volúmenes cada vez mayores de mercancías, ha conducido a los capitales a derribar día a día las fronteras nacionales y compactar grandes extensiones del planeta como mercado-estratégico. Sin embargo y por efecto de la misma competencia entre capitales por la permanencia y conquista de nuevos mercados, los capitales han buscado fuera de sus fronteras nacionales otros países que oferten mano de mano de obra calificada y más barata que en su país de origen para poder enfrentar en su casa y con relativo éxito la competencia con otros capitales.
En situaciones semejantes de desocupación por efecto de la fuga de capitales de USA y su arribo a México se encuentran gran parte de los trabajadores norteamericanos. Indudablemente que la economía norteamericana es la primera economía del el mundo. Y su importancia para el resto de los países es invaluable. Por lo tanto, la postura del gobierno de ese país es relevante para la economía mundial. Más aún, el nuevo presidente de EEUU ganó las elecciones porque abanderó a esa gran masa de desempleados de su país. Por ello se propone como política pública central, el crear fuentes de empleo para sus connacionales y disminuirles la competencia laboral de los inmigrantes. De allí las amenazas a los capitales norteamericanos que abandonaron su país y la lucha contra los inmigrantes. Tales políticas públicas del presidente Donald Trump tienen su lógica económica y son congruentes con la pretensión de evitar que el capitalismo contemporáneo sea sustituido por un nuevo y distinto orden social. Sin embargo, todavía se está buscando preservar las ventajas que los capitales norteamericanos tienen, al invertir en países donde la mano de obra es mucho más barata que en USA. Por eso no se oponen a la liberalización de los mercados, simplemente el presidente Trump está buscando, aunque hasta el momento no lo ha logrado, conjugar el libre comercio con la ocupación laboral de sus connacionales.
En este marco se dio la reunión del G-20 y el enfrentamiento entre la nueva administración de EEUU y la comunidad económica internacional. Los jefes de Finanzas del grupo de las mayores 20 economías mundiales tuvieron que dar marcha atrás a su compromiso de rechazar el proteccionismo y mantener un sistema comercial global abierto e inclusivo. El vocero norteamericano simplemente dijo que aspiran a un “comercio libre y justo”. En fin.