ANTORCHA POLÍTICA

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Antorcha Política

Por Jorge A. Contreras

1.- La búsqueda de culpables

La actividad política se inicia en México con actos de caridad, el futuro parlamentario inicia a desprenderse y brindar a los demás lo que primero le se autorizado. Bastaría quien se tocara en casa pidiendo un taco, cuando uno de los integrantes de la familia brinda sus primeros tacos, sin saber siquiera el infortunio del pediche. Más tarde se asciende a las kermeses de las parroquias y se gradúan haciendo colectas de enseres, ropa y calzado usado para repartir entre el vecindario  de otro barrio, al que se tiene catalogado de pobres.

Años después en edad de ser votados, salen como candidatos de algún partido o alianza –como se estila hoy en día-, y van en busca del voto de los que alguna vez atendieron.. Una vez en campaña se esperan que los resultados sean favorables a su casa y desfavorables para los otros.

Los otros, entonces ya con el resultado adverso inician un análisis. El primer análisis es que los traicionaron, pero no culpan a los electores pobres que por ser mayoría son los que votaron en contra, sino a los que como ellos podrían ser candidatos y meten en sospecha de  que es por pura envidia.

Les tuvieron envidia los de la misma coalición, por puritita envidia los que son funcionarios  no hicieron bien las cosas y han dejado un resentimiento, claro, si hubiese sido fulano o perengano, si hayan hecho las cosas bien. Ni por aquí les pasó que pese a la bondad que ellos creen que tienen, no la comparten los que votan  que están convencidos que los candidatos son muy malos y que representan más maldad que bondad.

Los dirigentes de los partidos coaligados son iguales que los candidatos y amenazan con expulsar a todos de sus filas. Hace un año el Partido Revolucionario Institucional sospechó que el gobierno que era de su partido operó contra ellos y no pasó a más, ni siquiera iniciaron un procedimiento de suspensión de derechos políticos y todo quedó en unas fuertes declaraciones que solo ellos sintieron que iban acalambrar a otros.

La misma estrategia se usó ahora para los que el año pasado ganaron y en éste 2018 perdieron, buscan culpables, peor al igual que los anteriores no harán nada por expulsar a nadie, pues de hecho son solo un puñado de dirigentes, que si corren a una decena, se queda sin cuadros el partido.

La verdad sea dicha es que los años de hegemonía, la economía popular en crisis. Tienen una pésima imagen, no son alternativa o bien, pagan justos por pecadores. Basta ver los dos mamones candidatos presidenciales del PAN y del PRI, Anaya y Meade, que cada día cavaron más hondo su hoyo. De paso se chingaron a los cuadros locales.

Ahora lo que viene es encontrar un cuadro dirigente que se haga cargo de la dirección de los partidos en desgracia. Será complicado, pues acostumbrados a gastar a manos llenas, hoy con dinero muy reducido, no será fácil encontrar un samaritano que se haga cargo de una organización en desgracia con un futuro más desgraciado.

2.- La simple cuestión del triunfo

Para los que ganaron, sus adversarios que perdieron, ubicaron a sus competidores sentados en un sillón de su casa, viendo Netflix las series de narcos o de artistas adictos y que solo esperaban que alguien les avisara que habían ganado por el efecto del candidato presidencial. Basado en esa teoría, no hay más que decir al caso.

Sin embargo, los candidatos que ganaron hicieron también campaña, recorrieron su territorio, detectaron simpatizantes para nombrarlos representantes de casillas de la coalición, del partido o del candidato. Hicieron creer a los otros que no daban nada y si dieron con el triunfo.