*EL GRIS E INEPTO CASTELLÓN «SE LUCE» ENTREGANDO UNIFORMES A EMPLEADOS DEL ALUMBRADO PÚBLICO
Por EMO/Censura!
“Vamos a hacer entrega simbólica de uniformes”, dice el gris e inepto alcalde de Tepic, Javier Castellón Fonseca, en un evento de lucimiento personal, donde presumiblemente ajuarea a los empleados del Servicio de Alumbrado Público de la capital nayarita. Caray, ¿con eso resuelven la oscuridad de los cientos de colonias? ¡Claro que no! Un pequeño ejemplo, hay una fotocelda que ya no funciona desde hace dos años por la calle Jardines entre Camino Viejo a San Blas y Arizona, sí, dos años que se reportó una, dos, tres y varias veces a ésta Dirección que hoy recibe uniformes, ¡nunca vinieron! La luminaria ahí está, fundida, sin luz por las noches. Los vecinos optaron por instalar sus propios focos. Entonces, ¿para qué tanto circo? Los empleados de Alumbrado Público seguramente bien remunerados, hoy bien ajuareados, tienen la ciudad en penumbras. El “alumbrado público” enciende de día sus luminarias y de noche se apagan, ¿cuál es el problema? Ellos lo saben. Y sabido es que los ojos de un gobierno, en éste caso del gris e inepto Javier Castellón son los policías municipales que se desplazan de un lado a otro de las más de 500 colonias y ellos ven, observan, lican, zorrean que las luminarias están fundidas de noche, que los empedrados están todos molachos, que hay una fuga de agua aquí, otra allá y una más allá. El reporte policiaco, de los pocos que hacen rondines de vigilancia, son los que debieran de dar ese parte de novedades a sus superiores y éstos al Presidente. No se hace así. Ya en Septiembre próximo entregan la estafeta del Cuatrienio. No hicieron nada, excepto chillar y chillar, tuvieron el síndrome del “chiquillo chillón”. Se lamentaron hasta el cansancio de administraciones pasadas. Y quienes hacían manifestaciones, cacerolazos y plantones, los hermanos Arce Montiel, se incorporaron al poder temporal y se olvidaron de las causas populares. Hoy comen con mantequita, están enchufados a la ubre presupuestal. Sus barrigas son su carta de presentación. Dejaron de lado a sus seguidores y a las demandas más elementales. Hoy no hubo demandantes. Los priístas no saben ser oposición, son “institucionales”, son “mesurados”, ellos no son de marchas, plantones ni manifestaciones, así que Castellón Fonseca no tuvo problemas de ningún tipo. Se la pasó de cachondo, de vecino del exclusivo fraccionamiento Bonaterra, a donde todos los funcionarios de cualquier orden de gobierno curiosamente tienen su residencia en ese lugar. Aquí en Bonaterra sus “dueños” construyen casas al por mayor sin necesidad de un permiso de construcción, de pago al INFONAVIT o al IMSS. Se entiende, ¡están apalabrados! Ah, pero no fuera “Juan pueblo” el que desea hacer una remodelación a su casa o levantar una barda porque caen todos los inspectores habidos y por haber, unos en moto, otros en bocho, y los picudos en camionetas. Hay pues “autoridá”. No es así en los cotos de Bonaterra, ahí en pequeños espacios se construyen residencias de no menos de 2 millones de pesos. Son tierras que antes eran cañaverales y que la hectárea la consiguieron en un millón de pesos, y hasta de parcelas escolares se hicieron sin pudor alguno. Así se las gastan los magnates. Pero bueno, acá el punto es que Javier Castellón se la ha pasado de príncipe, de galán, de romanticón, olvidándose que el poder temporal al que arribó fue para hacer obra en todos los sentidos. Caray, jamás vimos que Alejandro Gascón Mercado tuviera una mujer en el DIF y otra en otro lado. Era cuidadoso de las formas, de las buenas costumbres. Aquí, en la nómina no hay “vida privada”. Javier Castellón es figura pública las 24 horas y los 365 días del año. Se desfasó. Perdió piso. Ya lo decía la esposa de Remigio Rosales Vega, los funcionarios nomás les dan un hueso de responsabilidad y ya quieren tener novia, el dinero les sobra y lo tontejo los rebasa. Así es esto. Suele pasar. Aunque, lo que no se vale es éstos “circos mediáticos” de lucimiento personal de Javier Castellón entregando uniformes a los empleados del Alumbrado Público. Total, si se los da, que se los de, es su obligación, pero con nadie va a quedar bien ni mucho menos se le va a aplaudir. Insistimos, el alumbrado público tiene los casi ya cuatro años encendiendo de día y apagándose de noche. La brújula cora se confunde, pues.