Por EMO
EL SINVERGÜENZA DE POLO Y SU UJIER
¿Son las mieles del poder? Para unos, sí; para otros no son más que lángaros, delincuentes de “cuello blanco” que presumen su estulticia y la pasean pensando, creyendo, imaginando que el manto de la oscuridad los seguirá cubriendo sin que nadie lo note, pues cuando saltan a la palestra ya traen la idea de que nadie, pero lo que es nadie, sabe de la pata que cojean. Ellos, los elegidos, son los protegidos de los poderosos en turno, de los que tienen el poder temporal y por ello se despachan con la cuchara grande. Se echan un pedo tronado y saltan asustados, desconocen momentáneamente las causas de sus flatulencias. Así son los que andan hoy, recorriendo calles, avenidas, colonias, ejidos, pueblos, cabeceras municipales. Se les ve en la sierra, en la costa, en el valle. Son camaleones. Todos miran a los ojos, se ponen en los zapatos, en las zapatillas, en los huaraches de los demás. Traen la “varita mágica”, y mientras, el que está en la silla y la dejará en Septiembre próximo, la ansiedad lo hace atracarse de tacos o licor, su barriga es la carta de presentación. Escucha a los que tienen la posibilidad de relevarlo, pero nada le quita el sueño, sabe que está bien, que no se metió en camisa de once varas.
Pudiéramos hablar de todos y cada uno de los ocho aspirantes a la gubernatura. Son tema. Sin embargo, no puede dejarse de lado el caso de quienes traen la ambición desmedida de saltar al Congreso de la Unión y para ello no importa el color que los abandere, el esfuerzo, el estrés físico y mental, los empuja en su desesperación a catapultarse. Es el caso de Leopoldo Domínguez González, primo de Toño Echevarría Domínguez y tío del hijo de éste. Polo buscó ser el abanderado a la gubernatura y no pudo, perdió los estribos y todavía no se montaba al caballo; los buscó para pedirles cuentas y se olvidó que las promesas de boca, son eso, promesas. Le dieron atole con el dedo y a quienes lo encuerdaron atinó a calificarlos de “rajones”. Boquiflojo y torpe, berrinchudo y con el estrés físico hasta el límite, optó por “renunciar” al partido que lo llevó primero de diputado local, luego de presidente municipal y de ahí nuevamente de diputado local, se olvidaron principios y demás, así que ahuecó el ala y se fue a otro nido. Y hoy, ya sin sorprender a nadie de los bandazos, reapareció con la bandera amarilla y busca ser por la llamada “Coalición va por México” nada menos que diputado federal por el segundo Distrito. Tiene derecho, su aspiración es legítima. Este individuo siendo “líder” de la Cámara de Diputados andaba de la ceca a la meca, pero desde ahí jamás se le vió que se fuera a comer tacos o andar recorriendo los mercados de Tepic, ¡para nada!; ah, pues hoy ya anda con sus volantes en la mano visitando a los dueños de chocomilerías y menuderías, intentando ser simpático y conquistar con ello el voto para irse al Congreso de la Unión. Todo le resbala por su piel aún con el estrés físico que lo azota sin misericordia.
Pues bien, Polo el boquiflojo, el torpe, el berrinchudo se trajo de suplente a su ujier Juan Carlos Cuevas Barrales. Un favor muy especial le pidió a su sobrino Toño para que en la Secretaría de Salud, donde tiene su plaza Cueva Barrales, le fuera comisionado. Y en efecto, Juan Carlos Cuevas Barrales aparece como “trabajador comisionado” de la Secretaría de Salud “por motivos personales”. ¡no de ahora!, claro que no. Éste “trabajador comisionado”, ujier de Polo, se lo llevó al Ayuntamiento de Tepic a “Comunicación Social”; luego, cuando la suerte los favoreció con una diputación de regalo, el tío del Gobernador del Cuatrienio se lo trajo como “secretario particular” en el Congreso del Estado, sin perder sus derechos en la Secretaría de Salud y donde ahora aparece, ¡increíble!, como suplente del candidato a diputado federal Leopoldo Domínguez González. No se hartan, son lángaros, son deshonestos, desvergonzados. Ah, pero eso sí, la quieren picar a honestos, intentando seguir pegados de la ubre presupuestal que deja más de lo que un galeno percibe en un consultorio, sin tener que arriesgarse con una microcirugía por la que cobran las perlas de la virgen y dejan temblando el bolsillo de quien tuvo la desfortuna de caer en sus garras. Eso es Polo. Ya en otros tiempos había ofrecido “salvar”, “curar” a una jovencita con una enfermedad difícil, pero lanzó el reto público de hacerlo. No pudo, hocicón que es. Por eso, un tipo de esta calaña, acompañado de otro no menos sinvergüenza que él, buscan conquistar la credencial de elector de la gente humilde en el segundo Distrito. La brújula cora sabe que no es por ahí.