Por Emo
*AH, LOS TIEMPOS FELICES; LA CAÍDA DEL «PELÓN» ESCOBEDO, DIRIGENTE DEL SETUAN AL PENAL FEDERAL; Y, LA EXTRAÑA FELICIDAD SILENCIOSA DE NARANJO
A escasos siete meses y días de que Antonio Echevarría García deje el cargo de gobernador en un Cuatrienio gris, donde para nada se hizo obra pública, pero sí se hizo una gran empresa en el crucero de San Blas, Biósfera, construcción de empresas para sus refrescos a un costado de Costa Canuva en El Tonino, de ahí en fuera, éste comerciante brilló en la mediocridad; aunque ha dado mucho de que hablar con la detención de personajes que, en el caso particular de Manuel “El Pelón” Hernández Escobedo, se pensó que sus seguidores “incendiarían” Nayarit. No fue así. Se entiende, la estructura se había oxidado, el dirigente y sus allegados habían engordado a lo largo de esas tres décadas en el “poder” de un sindicato que tenía la capacidad para poner rectores, directores de escuelas superiores y hasta lograr espacios como diputados. Las alianzas que el “pelón” Escobedo tejió con vividores de la llamada izquierda, entre ellos J. Guadalupe Acosta Naranjo, le permitió crecer de forma increíble. Sin embargo, todo tiene un principio y fin. Jamás imaginó que un aliado al que llevaron al poder temporal, en este caso Antonio Echevarría García, les daría un zarpazo en los intestinos y los exhibiría como lo que son: “dirigentes de escritorio”. Dejaron de lado la lucha de clases, el movimiento que los hacía fuerte y que era la movilización. Se olvidaron de todo. Y por ello, al olvidarse de que eran un movimiento sindical, pues el líder Manuel Escobedo comenzó a darse una vida de Sultán, con viajes al extranjero, disfrutando de los placeres de la vida, cuando le echaron el guante por delitos ciertos o no, pero que finalmente se los cuajaron, no solamente lo llevaron a un encierro en el penal estatal, sino que, por su “capacidad de movilidad” fue llevado en la madrugada de hace días al penal federal de mediana seguridad de El Rincón. Ahí, al llegar, le dijeron de qué se trataba. Le llevaron a la peluquería y lo raparon, además de ajuarearlo con el traje penitenciario y brindarle su plato y su vaso y el número de preso que sería a partir de la fecha. Nada de levantar la vista. La vista al suelo, agachada la cabeza y a toda respuesta diría “¡sí señor!”. ¿Quién ordenó el traslado? Obvio, su aliado Antonio Echevarría García. En éste Cuatrienio no se mueve nada de no ordenarlo el comerciante en el poder. Y ya con ello desactivaron cualquier posibilidad de inestabilidad que pudieran provocar los seguidores cercanos al “pelón” Escobedo, que de hecho, los mandos medios se esfumaron por el temor a ser capturados y enviados al penal federal. El Sindicato está descabezado momentáneamente. Las bases ya en huelga por la ausencia de pagos, no saben qué hacer. No saben si reír o llorar. Y ante ello, Antonio Echevarría disfruta en grande su travesura, sabe que la Universidad Autónoma de Nayarit se encuentra de brazos caídos, que los miles y miles de estudiantes están confinados en sus casas, que la dirigencia de los maestros se solidarizó pero de los “dientes pa fuera”. Es decir, el golpe fue excelentemente propinado. Los aliados de Manuel “el pelón” Escobedo como Acosta Naranjo, Javier Castellón, Barrios, Chabelo y otros, ya comen con mantequita, aunado a que ya envejecieron y saben que si convocan a un movimiento de protesta, como tal vez sí lo harían de haber una administración gubernamental diferente, los seguidores serían escasos, tendrían que inyectarle dinero y ese recurso por el momento no lo hay. El gobierno federal cortó los chorros de dinero que antes caían en unas cuantas manos. Por eso, no por otra cosa, se entiende la inactividad de esos “grupos insurrectos”. Sin dinero no se mueven. Así que, mientras los abogados tratan de justificar de sacar del penal federal y traerse al “pelón” al penal estatal “Venustiano Carranza”, el sufrimiento de la clase trabajadora que tiene varias quincenas sin cobrar, sufre las consecuencias de los excesos de una dirigencia enlodada en hecho de corrupción que el gobierno estatal le ha cuajado. La brújula cora anda descontrolada.