Por José Agapito Robles/Censura!
En un país donde la tragedia suele disfrazarse de espectáculo, el exsubsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha decidido dar el siguiente paso lógico en su carrera: convertirse en comediante. Sí, leyó bien. El mismo funcionario que durante la pandemia se dedicó a dar conferencias más largas que informativas, minimizar contagios, contradecir a la ciencia y hablar de «curvas planas» mientras miles morían, ahora hace su reaparición… en un programa de comedia.
Resulta casi poético —o cruelmente irónico— que quien fuera la cara pública de una de las gestiones más polémicas durante la crisis sanitaria más grave del siglo, decida ahora probar suerte en el entretenimiento. ¿Habrá decidido reír para no llorar? ¿O simplemente está siguiendo el guion de tantos políticos mexicanos: cuando la realidad los rebasa, mejor se ríen de ella?
Lo más inquietante es que, al parecer, para algunos, Gatell nunca fue más que eso: un actor, un showman de la salud pública, encantado de estar frente a las cámaras, cómodo en el papel de “experto” aunque el libreto no tuviera sentido. Tal vez este salto a la comedia sea, por fin, el rol que siempre quiso interpretar.
¿Y los mexicanos? Pues como siempre: espectadores obligados de un país donde la risa es el último refugio frente al absurdo.