LA ODISEA DE SER PASAJERO, Cachetadas Guajoloteras al chofer

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LA ODISEA DE SER PASAJERO
Cachetadas guajoloteras al chofer por culero, mamón y grosero
Por Jorge Contreras Flores

Por lo menos un chingo de la población nayarita se moviliza en circuitos y combis hacia sus destinos al interior de la ciudad y su periferia. Los circuitos se llamaban así porque hacían un recorrido en espacio limitado y que termina en el mismo punto en el que empieza. Las odiseas de cada recorrido es llegar puntual o con vida al destino esperado.
Los grandes usuarios son los estudiantes, trabajadores y familias de escasos recursos y cualquiera de ellos ha visto los camiones nuevos y su constante deterioro al paso del tiempo, escuchar música de gustos del chofer, testigos de infinidad de robos, asaltos, pleitos, atropellos y en más de una ocasión, hay la experiencia de casi morir.
Los conductores o choferes son prepotentes, no les importa si los pasajeros son hombres y mujeres, niños o adultos y tratan a todos por igual. Arrancan de cada parada cuando los pasajeros aún están bajando o cuando aún no suben del todo. Si reclamas necesitas ser un experto en artes marciales so pena de que te pongan una grita y te nieguen el servicio bajándote del camión.
La agresión verbal es constante y difícilmente un pasajero se baja dando las gracias al chofer. Todos los usuarios son víctimas de un frenazo y muy pocos no han sentido el impulso de salir hacia adelante para pegar entre pasajeros y sus asientos. El que no va bien agarrado corre la suerte de caer en el piso del camión. Muchas de las veces dan ganas de linchar a los camioneros.
Con frecuencia se clavan la feria si pagas con un billete. Otras veces hemos visto y reconozco que hasta yo he participado en pegarle unas cachetadas guajoloteras al chofer por culero, mamón y grosero. Cuando se vuelven culitos al responder las agresiones, es cuando disfruto más el viaje.
La mayoría anda crudo o drogado y es una angustia para usuarios que se suban pandilleros de colonias aledañas, pues se sienten amagados y la tensión es evidente en el camión y no te queda de otra que te solidarizas o nos carga a todos la chingada.
Cuando eres asaltado o robado en el camión, es casi seguro que mantienen una constante complicidad con el chofer. Viajar en el transporte público es exponerse a que a uno le pase cualquier cosa, con capacidad de 40 pasajeros, casi siempre llevan 30 de más a las horas pico, nos meten como sardinas, corren a exceso de velocidad, hacen paradas en lugares prohibidos y siempre andan con una prisa para cumplir con un checador.
Uno viaja siempre en condiciones extremas en esas unidades. Apretujado, con calor y expuesto a morir. A mí nunca me ha pasado un accidente grave, pero en el trayecto ya he visto personas muertas por atropellamientos o lesionados por accidentes. Cierta vez un camión de ruta arrolló a una señora y su hijo frente a una parada. Un grupo de estudiantes rodearon al camión y no permitimos que el chofer se diera a la fuga. Madre e hijo resultaron con graves lesiones. Luego, el sujeto fue dejado en libertad por el apoyo de sus patrones y organizaciones que tienen un doctorado en tráfico de influencias.
A los buses se suben vendedores de agua que alguna vez fue helada, dulces y toda suerte de objeto. Pero los que dan miedo son los que se suben y comienza a decir que estuvieron presos y que prefieren pedir a robar, por lo que cada pasajero tiene que entregar algo para que ellos no vuelvan a la cárcel. Son amenazas y uno como pasajero no tiene más opción que dar por lo menos un peso.
En los camiones no viajan policías uniformados, mucho menos de civil. Varias veces he visto cuando pillos se suben a los autobuses para pedirles el dinero de la extorsión. Uno se hace el desentendido porque es peligroso quedarse viendo.
Viajar en ellos es un tormento, pero uno de pobre no puede hacer nada, más que aguantar lo que toque. Nos exponemos a los asaltos, a los accidentes y a llegar tarde a nuestros trabajos porque a cada rato se arruinan.
Así es la vida de uno como pasajero. Sufrimos sin alternativa y esperando que no le suban al pasaje. .. siempre vivimos con al filo de la navaja, porque es en riesgo viajar en el puto camión y porque los buseros hacen lo que quieren. Dejan de trabajar cuando se les antoja y le aumentan al pasaje a su gusto y las tarifas preferenciales con frecuencia no se respetan».
Podemos ver como las agresiones y falta de respeto que sufren los usuarios en las unidades de transporte se ha convertido en algo cotidiano y que al parecer muchos se acostumbran a ello, lo que debe verse en este caso es que debe hacerse algo al respecto, las leyes están, pero deben aplicarse y darse seguimiento para terminar con este problema.
Como grupo vivimos estos atropellos diariamente y, más sin embargo, a pesar de que nos molesta, lo tomamos como algo normal y nos malacostumbramos a convivir con esta falta de respeto e inseguridad que se viven en dichas unidades de transporte urbano.
Será la cultura por medio de la mala educación los causantes de la deficiencia del sistema de transporte público así como la conformidad de los usuarios por un servicio deficiente tomando en cuenta que los empresarios del transporte público no invierten suficiente en la modernización de las unidades ni en la calidad del trato al cliente.
Me queda por concluir, ayer que use el transporte, que tenerlos como alternativa de movilización es una odisea.