Las Elecciones

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ANTORCHA POLÍTICA
Por Jorge A. Contreras

Los resultados estaban previstos, aunque no oficiales, la tendencia y el ánimo no estaba del todo en los partidos que no les favoreció el sufragio en la jornada electoral. La cita para el festejo en el Revolucionario Institucional estaba a punto de velorio de pobre, no había nadie. Las derrotas son huérfanas.
Las causas de la derrota, decíamos estaban claras:
El gobierno de Enrique Peña Nieto fue un fracaso para la reivindicación económica. Cada día los bolsillos están vacíos, mientras la canasta básica muy cara. El aumento de los combustibles y los costos de servicios públicos, una lesión contra la población.
Los escándalos de corrupción de los gobiernos priistas, que más que justicia son de venganza, dejó una pésima imagen que a la población asustó. El índice de criminalidad de particulares bajó considerablemente al elevarse le cultura de convivencia de la población, pero la criminalidad de las bandas y la constante vinculación de autoridades con el narco estaba a ojos vistos.
La indiferencia primero para la sociedad organizada del gobierno local, el mandatario jamás tuvo tiempo para atenderse con ellos, por el contrario al ignorarlos no desaparecieron, pero si sobrevivieron a ello. Seguida de haber metido a una población precaria a sus huestes a cambio de actividad política obligó a que los cuadros fueran inexpertos o simuladores, pues pesaba más el hambre que la construcción de una red de poder.
La simulación de las candidaturas como prueba de cambio. Se perfiló una serie de burócratas abyectos, con un perfil de culeros con una nueva oportunidad, lejos de la simpatía popular y que el comité nacional el PRI avaló sin cortapisas. Hombres ligados a la mafia, fueron sostenidos como candidatos. Era una burla
El rechazo de canales de divulgación por un lado y por la otra, el desecho de empresas de marketing para conducir la campaña, hizo que los principales cuadros del PRI se convirtieran en tiranos de sus propios promotores haciendo un negocio con empresas patito, pues la avidez de dinero era una constante.
La simulación de eventos, tales como las marchas que fueron los mismos en todos lados, sin mayor cuidado en no llevar convencidos, sino a personas obligadas. A los mismos que las autoridades estatales habían relegado.
La falta de credibilidad por no haberse deslindado con energía de una generación que terminó con la felicidad de las campañas. El estrangulamiento a los del SUTSEM y a todas las organizaciones, así como la evidente criminalidad y saqueo que los nayaritas fueron testigos.
Ya tendrán tiempo de reflexionar.