Hey flaco, salúdame!!

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No es un ingenuo, ¡para nada!. Layín saluda aquí, saluda allá. Layín abraza aquí, abraza allá. Layín apapacha aquí, apapacha allá. Pareciera como un niño que corre tras la pelota que se le ha ido de sus pies. No se cansa de caminar, no se cansa de correr. La temperatura está a 32 grados, tal vez por ser de Huaristemba no resiente su cuerpo el calor y los rayos incandescentes que caen sobre el pueblo de Puga.

Cierto, va casa por casa. Negocio por negocio. De repente se atraviesa y para la combi con gente que va para las comunidades de Aguapán, de Atonalisco, de El Corte, de Aguamilpa. Lo hace también con el transporte urbano. Los choferes paran, sonríen, lo dejan pasar. Saluda de mano en mano. Esa mano ya ha estrechado en menos de tres horas cientos de otras manos. “¡Échele ganas!”, “¡vengo a conocerlo!”.  “¡Échele ganas!”, “¡vengo a conocerlo!”, les dice. Y así camina de un lado a otro. –“hey flaco, salúdame”, le grita a un trabajador del ingenio azucarero de Puga, que ya se iba, pero se regresó al saludo, al abrazo, al apapacho.

Los niños también quieren foto. Las mujeres de igual manera. Les besa las mejillas a unas, la frente a otra. No para, sigue caminando, sigue corriendo. El sudor lo ha mojado, pero no para. Se mueve bien con sus botines, no cualquiera, pues correr con ese calzado es exponerse a una luxación. Pero Layín es Layín.

Ahora se entiende el éxito entre la población, hay química, son miradas que se topan unas con otras y los ojos hablan. El resto hace lo suyo. Pide el apoyo, la firma. Y atrás de él un ejército de jóvenes que anotan los datos de la credencial de elector y la firma del que la brinda.

Es el aspirante a “candidato independiente” por la gubernatura de Nayarit.

Es Layín el que no hace mucho movió miles y miles de jinetes y caballos en Tepic, en una cabalgata que alarmó a propios y extraños. No era para menos. Los poderosos de la política aldeana, los que creen tener el voto duro, el voto cautivo, la estructura, los que hacen movilizaciones humanas impresionantes pero que luego pasan al descanso.

Este que ha sido dos veces Presidente Municipal de San Blas es una especie de fenómeno noticioso. Es parte de las tertulias en programas de televisión nacional e internacional. Es parte del comentario de analistas políticos que lo comentan para bien o para mal, pero lo comentan. No es lo mismo con los que son cobijados en partidos políticos, muchos de ellos montados en los cuacos de la soberbia, pensando que las encuestas que pagan les favorecen y en Junio, que ya está a la vuelta de la esquina, les llevará a una victoria porque creen que son únicos, que son los elegidos.

Es el Layín que pareció caer en un pozo profundo cuando en uno de sus cumpleaños le levantó la falda a una jovencita. Le llovió sobre mojado. Pero también fue pretexto para entrevistas en radio y en televisión.

Es el Layín que saltó a la fama por atreverse a decir que había robado “poquito”. Y, no sabemos sí fue transparente al reconocerlo, pues hay los que estando en el poder temporal, como los Duarte y otros que no reconocen haber robado nada y que ahora hasta la INTERPOL busca al que gobernó Veracruz.

Son estilos. Éste fue más un dicho que un hecho. De haber sido real, no se la habrían perdonado. Y no porque es un prospecto real que le quita el sueño a quienes también van en busca de la silla que dejará vacante Roberto Sandoval.

Sin embargo, después del “amigo Emilio”, personaje carismático, no había surgido otro de su tipo. Y si bien Layin no tiene esa experiencia y vivencias de Emilio M. González Parra, su agudeza es extraordinaria; tiene el detalle de aventarse y extender la mano y sobre ella el saludo aparentemente simple, pero que tiene una gran profundidad: “Échele ganas!”.

***

Los recuerdos se vienen en cascada. Filiberto Delgado Sandoval es un extraordinario conversador, su experiencia como maestro de aquellos ayeres, cuando en las comunidades rurales había la entrega total por enseñar a los niños, es un pasado que no se olvida y vuelve al presente. Ahora sí que recordar es vivir.

Dicen los cafetómanos de Tuxpan que disfrutan el café de Tepic, en este caso el Che Tapia, que “Nayarit perdió a un gran maestro” por un político…

Y Filiberto sonríe. Sabe que los de su pueblo son muy comunicativos, dan pormenores al revés y al derecho. Conocen santo y seña de todo el tuxpense. No hay apellido que no tenga tela de donde cortar. Se conocen bien. Son generacionales. Unos de 60, otros de 70, algunos ya pisando los 90, pero se conocen.

-“Lo que no te han platicado, y tampoco creo que lo sepan –recuerda Filiberto- que en Coamiles estuvo dando clases en la Primaria el maestro Genaro Vázquez Rojas. Ahí estuvo…

Ah caray. ¿Entonces Tuxpan hace honor a su fama de que ahí fue semillero de grandes hombres y mujeres? Curioseamos.

-“Pues, en mis tiempos muchos de los compañeros les llegaba la revista URSS y la invitación para que se fuera uno a estudiar, becados, a la Patricio Lumumba. Yo me quedé. Yo me puse a estudiar para maestro. Otro sí se fueron…

En Santiago Ixcuintla, cuando se aventó un discurso incendiario a favor de Rogelio Flores Curiel, ¡así le fue!, su auto, los cristales de su auto fueron quebrados por manos extrañas.

Desde ese tiempo comenzó a dedicarse a la política. Conoce los intestinos del viejo PRI, pero, también como maestro conoció lo que es la pobreza de la gente en comunidades que, cuando enferman y son trasladados caminando largas distancias, “se siente una impotencia cuando vas en el camino y la mujer muere y no sabes qué hacer con el niño que viene en el vientre. Eso cala, eso pega…”

Filiberto Delgado dejó las filas del PRI y se integró al equipo de Layín.

*** Tres horas se fueron sin sentir en Puga. No paró un solo instante Layín, tampoco lo hicieron quienes le acompañan. Se subió a un vehículo compacto, color rojo, tipo Tsuru, tomó el volante, lo encendió y salió de Puga. En un cañaveral hizo un alto.

Por la noche ya estaba en Bahía de Banderas. Éste miércoles hará lo que viene haciendo donde quiera que se mueve. Pero, mañana será otro día.

HEY FLACO… Por Elías Maldonado