Transparencia en la reconstrucción

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Conjeturas
Por Francisco Cruz Angulo

Transparencia en la reconstrucción
Los sismos ocurridos el 7 de septiembre en Oaxaca y Chiapas y el 19 de ese mismo mes en los Estados de Morelos, Ciudad de México, Estado de México y Puebla dejaron una doble lección en la conciencia ciudadana y en las autoridades gubernamentales de nuestro país; a saber: uno, el éxito de la cultura de la prevención y la irrupción en las calles de la solidaridad del pueblo, sobre todo el de los jóvenes quienes desde los primeros minutos de la tragedia se volcaron a rescatar sobrevivientes.
Comparados a los sismos de aquel fatídico día 19 de septiembre de 1985 en los que murieron más de 4 mil personas y miles de damnificados por el derrumbe de cientos de edificios públicos y miles de viviendas, en los pasados sismos el total de fallecidos apenas rebasó los 350 personas en tanto que el derrumbe de edificios de oficinas, viviendas y centros escolares fue cientos de veces menor a los del 85.
En cambio en Chiapas y Oaxaca los mayores daños los sufrieron miles de familias pobres que perdieron sus viviendas.
En estos dos últimos terremotos fue manifiesta la inmediata respuesta del Gobierno Federal a través de sus dependencias, de unidades de protección civil, del Ejército y de la Marina y de la participación ciudadana. Todos ellos participaron en el rescate a víctimas y en la entrega oportuna de alimentos, agua potable, ropa y medicamentos a los miles de damnificados. Quedó demostrado que fomentar la cultura de la prevención ante los fenómenos de la naturaleza disminuye notablemente los daños en vidas humanas y en el patrimonio público y de la familia.
Ahora viene la etapa de la reconstrucción. Según cálculos del Gobierno Federal se necesitarán cerca de 38 mil millones de pesos para reparar los daños.
En esta tarea de reconstrucción se sumaron el sector empresarial por medio de un programa llamado “Fuerza México”; los partidos políticos anunciaron que entregarán parte de sus prerrogativas ordinarias o extraordinarias a un fideicomiso integrado por ciudadanos honorables que hagan llegar esos recursos a las familias siniestradas más pobres de la población a excepción del PRI que decidió fuera las Secretaría de Hacienda y Crédito Público la que retuviera los 250 millones de pesos de sus prerrogativas ordinarias de este año a efecto que fueran entregadas de acuerdo a la estrategia gubernamental de reconstrucción.
De igual forma se sumaron a estas tareas el gremio de artistas, intelectuales, deportistas de renombre, poderosos empresarios norteamericanos, organizaciones civiles y hasta altos jerarcas de la iglesia católica.
Lo que habrá estar atentos es a que no se incurra en los mismos vicios del pasado como el tortuoso burocratismo para que los programas de reconstrucción se ejecutaran a corto y mediano plazo; que se administre con transparencia los recursos públicos y privados y que éstos no vayan a parar a manos de políticos bribones.
Así pues la lupa ciudadana deberá estar puesta en nuestra clase política gobernante…
Los políticos damnificados.-Otro efecto colateral de los pasados sismos lo padecerán los aspirantes a la silla presidencial que competirán en el 2018.
La pasada tragedia que conmovió al pueblo de México mostró al desnudo la calidad moral de los líderes nacionales de los partidos políticos y de los aspirantes a gobernar al país.
En algunos de ellos fue evidente el oportunismo político al pretender sacar raja política aprovechándose de los trágicos acontecimientos pasados.
El protagonista principal fue el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza. Este quizo dar un inesperado giro de timón a nuestro sistema político electoral al proponer la quita total del financiamiento público a las campañas electorales de todos los partidos políticos y sea el financiamiento privado el que prevalezca, y, en paquete abrogar las candidaturas plurinominales.
En efecto esa propuesta suena bien a los oídos de los mexicanos, más aun cuando el tricolor tiene la más baja calificación en credibilidad.
El problema del PRI es que no tiene el consenso ni los votos de las bancadas en el Congreso de la Unión del PAN, PRD, Morena y Movimiento Ciudadano para reformar nuestra Constitución General y así concretar en los hechos esa propuesta.
Todo fue un ardid publicitario. Le salió el tiro por la culata. Ese partido tiene dos aspirantes damnificados: el Secretario de Hacienda José Antonio Meade y el Secretario de Educación Aurelio Nuño quienes serna parte fundamental del programa de reconstrucción nacional. Ambos personajes están comprometidos en las tareas de reconstrucción. Si alguno de ellos arroja la toalla eludiendo esa responsabilidad en busca de la silla presidencial será la piñata navideña de los mexicanos…