LA CRÓNICA DE LA MARCHA UANANA

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DON REGAÑÓN                                                                                                              por Ignacio Javier González Angulo

LA CRÓNICA DE LA MARCHA UANANA, desde mi punto de vista

Tepic, Nay. 7 de noviembre de 2017.- El taxi más caro de mi vida lo pagué cuando mi xocoyote me pidió apoyo para el mismo y no traer yo más que dos billetes, uno de 200 y otro de 500; lógico me quedé con el de 500. La logística fue que él, con una copia de las llaves de la Zafira, me dejara en la escuela y se llevara mi camioneta al estacionamiento subterráneo frente a Palacio de Gobierno y me dejara la boleta con una persona convenida de antemano. Y así lo hicimos.

Con mi quinientón pagué el desayuno y consumiéndolo hice tiempo a que mis amigos Yosimar y Jaime, apreciados setuanos se reportaran y emprender junto con el resto de la comunidad educativa de la escuela el camino hacia la explanada de rectoría para incorporarnos a la marcha que hoy se tuvo.

Del mismo modo que hace dos años a lo sumo creo, entre ambos en dos ocasiones hubieron de intervenir para que el GoGo Scooter con el que deambulo libremente en la UA Medicina, pudiera llegar al sitio deseado. La Ciudad de la Cultura se distingue por no tener suficiencia en rampas para discapacitados y en las que hay los mismos universitarios no las respetan; tuve dos oportunidades para constatarlo, una frente a la UA Enfermería y la otra frente al parquecillo que esta entre el Complex y Tesorería del cual no me acuerdo cómo es que le llaman y que al buscarlo en el mapa de la página www.uan.edu.mx me remiten a Google Maps, opción por demás absurda porque esta instancia no accede a las instalaciones del campus y por ende no les puede identificar.

Sigamos. Ya en la explanada nos encontramos con más compañeros y comenzaron las burlas contra los que no habían llevado sombrero (yo sí) y gafas oscuras (yo también)  y luego insistí en que adelantáramos camino para no ir rezagados, acción a la que el par de gazapos no accedieron por lo que hube de comentar: no hay cosa peor que un académico universitario viva que en casa le mande la esposa y en la escuela le manden los pinches trabajadores setuanos. Pero apechugué ante la cínica mirada sonriente de ambos.

Por fin un sonido a cargo de una femenina voz que se desgañitaba emprendimos la marcha (mi rodada pues). Y lo que es no saber dónde exactamente están las rampas o lo que es peor, darse cuenta que en esta ocasión todos salimos en bola, revueltos pues profesores, estudiantes y trabajadores. La ocasión pasada fuimos puros profesores y anduvimos por contingentes, secciones sindicales en orden numérico. Ahora no, en bola pues. Y allá fuimos, más orientados por el sentido común que por la certeza del “ya sé dónde está la rampa para acceder a la calle”.

Está justo abajo del puente peatonal frente a la Biblioteca Magna que cruza hacia el Colegio Cristóbal Colón donde finalmente tomamos certera ruta.

Fue cuando me dijeron “oye, que la descubierta ya va en el nodo”. Dudaba yo a estas alturas que la batería del scooter aguantara y rindiera a plenitud.

Al llegar al cruce donde 12 de octubre se transforma en Iturbide fue mi primer momento de diversión malévola al ver a los conductores que ceñudos e impacientes esperaban el paso del contingente, bola de culeros (naturalmente nosotros) que bloqueamos las calles.

Y siguió la cuesta de La Cruz, para esto ya para llegar a la altura donde hemos de tomar a nivel para atravesar la meritita zona de la Cruz de Zacate, comienzan Yosimar y Jaime a joder que nos fuéramos por el paso a desnivel disque “para aprovechar la sombra del túnel”. Y nos metimos por la bocaza. Total –me dije- “si el carrito se atora, ellos me empujan”.

Pues no, el vehículo subió airoso la segunda cuesta. Y luego pues ya todo es de bajada y ahí es donde nos encontramos a nuestro director que también lo agarramos de bajada al decirle: “jefe, tus trabajadores tenemos huevos, nos vinimos por el túnel”.

Y comenzó el descenso, otra vez volver a ver ceños fruncidos en la esquina de Dr. Martínez y no se diga en la Av. Insurgentes.

No la hagamos larga, llegamos felizmente a la Plaza Bicentenario donde vimos un templete y no veíamos a los líderes ni dirigentes; por lo que decidido a no ir al Congreso porque no vaya a ser que desde ahí ya dispersos tenga que circular como cualquier ciudadano, ya no me arriesgué y ellos tampoco hicieron jalón.

Descendimos al estacionamiento por la rampa de salida y abordamos mi camioneta. ¿Para dónde? Pregunté.

¡A LAS MICHELADAS CONTESTARON AL UNÍSONO!

Si fuimos o no fuimos que a ustedes mis innumerables lectores les importe un comino; es parte de otra historia dijera la nana Goya…pero de eso hablaremos otro día, pero si quiere mándeme un twitazo a @doctornacho