El Pipiolo de la Murga
F.D.S.
Allá, por aquellos meses en los que terminaba la administración del Presidente Carlos Salinas de Gortari, se firmó el Tratado de Libre Comercio con los dos países vecinos del norte. Las críticas le llegaron a raudales porque se decía que los dos gigantes se comerían a México completito. ¿Cómo competirán nuestros campesinos propietarios de una o dos hectáreas contra los gigantes productores agrícolas del norte? Decían. Claro, el tratado no es para nuestros paisanos que siembran maíz a piquete; no es para nuestros trabajadores de salario mínimo; tampoco para los mini comerciantes ni para los pequeños industriales que fabrican dulces caseros o purifican agua. El tratado es para los grandes y ahora que por las bravatas del Presidente que tiene la intención de sitiar a su país con un muro tan alto como su fanatismo, se trajo a la discusión el tratado, no se ha escuchado una sola voz en contra, nadie ha criticado el que llevemos 23 años cumpliendo con el tratado y ni los más acérrimos opositores al régimen han expresado que se aproveche el momento para cancelar ese acuerdo.
Si critican a quienes van como negociadores, algo deben de manifestar en contra, pero del tratado nada, al contrario, manifiestan su preocupación en caso de que los señores del muro decidan salirse con la suya. Lo que sí ha sido muy notorio es, que nadie, absolutamente nadie hace mención alguna de reconocimiento al Presidente de México
que logró ese acuerdo, nadie ha dicho nada, como que el tratado nació y creció por obra del espíritu santo. Sin embargo reconocen que para algunos mexicanos y regiones del país ha sido benéfico. Nada pierden con aventarle una florecita al impulsor de este acuerdo comercial, sin duda de magníficos resultados para muchos, pero no para los pequeños
changarros que son abatidos por los OXXO; los medianos comerciantes que son borrados del mapa por las grandes cadenas transnacionales de tiendas de autoservicio; tratado muy bueno porque nos llegan aguas purificadas con patente de otro país, que irremediablemente destrozaron a los pequeños industriales dedicados a la purificación de
agua para el consumo humano; nuestros boticarios presentan su estantería como las que se tienen en los centros de salud de las zonas rurales, se agotaron sus existencias y no pudieron con los gigantes que en un abrir y cerrar de ojos abren grandes boticas. Farmacias, me aclaró Tacho. No, le dije, son boticas porque venden de todo y hasta
proporcionan el servicio para mandar y recibir dinero. Los grandes no dejan nada, lo toman todo. Bueno, si dejan algo para la mayoría: La pobreza y el hambre.(pipiolodelamurga@gmail.com)